Sprezzatura

La simpleza absoluta de la existencia

Quien haya estado en Roma, se haya sentado en verano en una terraza a tomar un espresso y haya echado un vistazo al rededor seguro que se ha sorprendido. Uno puede pensar que se encuentra en el rodaje de una película nueva. Prendas planchadas perfectamente, pañuelos de bolsillo elegantes y trajes a medida. Lo mejor de todo esto: nadie parece artificial y se adecua al ambiente.

Si intenta en su ciudad entrar a su bar preferido vestido de igual manera puede que el efecto no sea el que tenía en mente. Además de que se puede sentir disfrazado. ¿Por qué ocurre esto? Bueno pues por que le falta la sencillez y facilidad de vestir elegante.

Sprezzatura, con esta palabra describen los italianos el arte de ir vestido perfectamente elegante sin que parezca que haya puesto el menor esfuerzo en el intento. Nobles adelantados a su tiempo como Baldassare Castiglione ya escribieron en el siglo XVI sobre la importancia de la sprezzatura en la nobleza cultivada.

Si uno se fija en una bailarina de ballet en una escena de muerte en el suelo quizás uno se pregunte por qué respira tan fuerte si está en el suelo tirada. ¿Acaso con acaba de deslizarse en el suelo como si fuera una pluma que acaricia la superficie? Sí, lo ha hecho, y además ha perdido unos miles de calorías en el moviento. Todo esto sin que el espectador se de cuenta de lo agotador que resulta el baile.

¿Pero qué tiene que ver todo esto con la moda de caballeros? Bueno, un montón. Exactamente es ese toque el que diferencia a un hombre elegante de un maniquí. Naturalmente puede estar horas y horas delante del espejo, ir dos veces por semana al barbero e invertir el sueldo de un mes sólo en una camisa de calidad. Pero todo esto no se debe notar. Este toque sencillo es el que ha dado a los italianos la fama que tienen en la moda. Sin embargo ellos no tienen el monopolio de esta característica: Beau Brummel fue un noble inglés que creó su propia marca de estilo: el nudo de su plastrón parecía informal y anudado de casualidad. Tan casual que a veces tardaba horas en anudarlo como el día anterior.

Por supuesto existen algunas pautas que no hacen falta imitar. Pero el pensamiento base es el importante. Su ropa puede ser muy elegante pero no resultará como tal si no la sabe llevar como si nada. El mensaje que tiene que lanzar cuando vaya a salir a la calle es el siguiente: ¡Ayuda, no tengo nada que ponerme a excepción de ropa que me queda perfectamente!.

No hace falta que su pañuelo de bolsillo esté perfectamente doblado. Puede estar en el bolsillo de la chaqueta como si se hubiera caido dentro. Eso sí, debe quedar bien con la corbata. Una regla clásica es que debe combinar el color de la corbata con el del pañuelo de bolsillo, aunque el diseño puede ser diferente. Evite cualquier combinación que quede conseguida.