El cuidado de los zapatos
¿Descalzo o con zapatos de piel?
Un atuendo perfecto para el trabajo es obligatorio. Un traje oscuro, una camisa discreta, una corbata a rayas clásicas y unos zapatos modelo Budapest. Con estas prendas ya no puede ir nada más mal, ¿verdad? Pues no. En este punto es cuando los hombres con trajes cometen los errores más comunes. Los zapatos no tienen que ser de la tienda más cara, sino tienen que estar limpios. Desgraciadamente en otoño e invierno mantener los zapatos limpios es tarea difícil. El agua y barro de la lluvia ensucian el brillo de los zapatos y estropean la piel. Sólo en un par de meses parecen como las ruedas de una bicicleta.
Por suerte tenemos el práctico tubo de crema que junto con un paño ayudan mucho. Actualmente en las buenas tiendas de zapatos tienen una gama bastante extendida de productos para el cuidado de zapatos. Aun así la limpieza extra siempre se la tiene que dar. Ni cremas ni tubos, en las tiendas no se encuentra el producto estrella para mantener los zapatos siempre perfectos.
Limpie los zapatos de piel al menos una vez por semana. Utilice un cepillo y ponga crema en el antes de frotar el zapato de manera equitativa. Deje un momento que la crema cale en la piel del zapato. Atención: también los zapatos nuevos tienen que ser limpiados. De forma contraria se volverán quebradizos.
Con un paño para limpiar zapatos frote hasta que empiecen a brillar. Para el toque final utilice otro paño húmedo. El paño puede ser nylon (este tejido es perfecto para pulir la piel) o también puede utilizar un cepillo. Incluso los paños que se usan para limpiar el polvo son adecuados para el mantenimiento de los zapatos. Lo importante es que utilice siempre un paño para cada color de zapato, es decir, uno para los zapatos marrones y otro para los negros.
¿Quién no ha visto series antiguas y no se ha preguntado nunca cómo es posible que los mayordomos tengan los zapatos siempre brillantes y relucientes? Para esto hay un método fácil, sencillo y realmente económico: el espray de brillo. ¡Mantenga las manos fuera! Esto arruina la piel. Quien quiera tener un brillo de los zapatos como un mayordomo tiene que hacer un trabajo realmente costoso pero que al final merece la pena. Quien sabe, a lo mejor descubre una nueva afición puliendo zapatos.
Limpie los zapatos buenos como hemos descrito anteriormente. Pero ahora no frote la crema hasta el final, deje algunos restos. Ahora viene el truco: ponga agua algo caliente en un bol y mézclelo con algo de vinagre de manzana. Moje el paño que ha utilizado para frotar los zapatos (si tiene algunos restos de crema de antes mejor). Ahora frote los zapatos y repita esta acción varias veces. La explicación de éste método es simple: el agua filtra los restos de la crema por los poros de la piel y le aporta un brillo natural. Finalmente utilice un paño seco y páselo por los zapatos.
Como el paño tiene restos antiguos de crema que se mezclan con los nuevos, el brillo de los zapatos se intensifica cada vez que los limpiamos. Es decir, que cuanto más limpie los zapatos más brillarán.
Para el mal tiempo se recomiendan unas suelas de piel con protección antideslizante. Sólo basta con llevar los zapatos al zapatero y cambiarles la suela.
La regla más importante es que los zapatos siempre estén limpios. No lleve los mismos zapatos diariamente para que la humedad se pueda ir. Deje los zapatos estirados en casa, utilice un extensor de zapato.
Para cuando la nieve aparezca se ha inventado un accesorio para muchos ridículo: la galocha. Es una especie de zapato de madera que se lleva en algunas provincias para andar por la nieve. Pero aunque la galocha sea estupenda para proteger al pie de la nieve, estéticamente no es adecuada para ir a la oficina. Si tiene el atuendo perfecto con el traje, la corbata roja y el pañuelo de bolsillo a juego, un mal zapato le quita la autoridad que necesita. Puede tener en su despacho un par de zapatos de recambio y, cuando llegue con los pies mojados un día de lluvia, al menos no irá descalzo por la oficina. No sólo sus zapatos se lo agradecerán, sino el suelo también.